La villa despierta con los preparativos del Mercado Goyesco que tradicionalmente se celebra atrayendo a comerciantes, artesanos y vecinos de la comarca para comprar y vender productos como cerámica, embutidos, productos de caza, dulces, animales, velas, hierbas aromáticas, cestos de mimbre...
A media mañana, los guerrilleros de Juan Martín, El Empecinado, acuartelados en el Palacio de Cogolludo, entran en la plaza para repartir viandas al pueblo hambriento por los continuos saqueos y desmanes de los franceses.
Tras degustar la tradicional caldereta, y después de una buena siesta, las gentes son congregadas nuevamente en la plaza al son de la música para disfrutar de cuentacuentos y de paseos en burro.
Al final de la tarde, atraviesa la plaza, exhausto, un mensajero francés portando una carta del General Hugo, acampado en Humanes, para El Empecinado ofreciéndole unirse a la causa francesa. Éste le responde desde el Palacio dejando claro "que si sólo quedara un soldado mío, aún no se habría concluido la guerra; porque todos ellos a imitación de su Jefe han jurado guerra eterna a Napoleón y a sus viles esclavos que le siguen." La algarabía se apodera de Cogolludo al conocer la firme respuesta del caudillo español.
A las 20:30 actuación del grupo folk de Cogolludo.
A las 22:30 arde la villa. El sonido de los tambores que preludian la represalia inunda las calles una vez caída la noche y de forma inesperada los franceses irrumpen armados en la Plaza Mayor con un claro objetivo, destruir el Castillo, eje de la resistencia de los guerrilleros. Las bombas y el fuego pronto arrasan con la fortificación.
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