«Hay un remedio para todas las cosas menos para la muerte, que seguramente nos alcanzará a todos en algún momento». Son palabras de don Quijote, cuyas aventuras todos conocemos. Lo que quizás no sea tan conocido y popular es la vida del autor de esas palabras, Miguel de Cervantes, del que, como bien sabemos, en este 2016 celebramos el 400 aniversario de su muerte. Tendremos tiempos y espacio para hablar largo y tendido de Cervantes, de su relación con lugares y rincones de Castilla-La Mancha, de los viajes y rutas que están impregnados del recuerdo de su vida y su obra; pero antes, bien merece conocer, aunque sea brevemente, los detalle más significativos de su vida.

Camarero palaciego, soldado, poeta, dramaturgo, novelista, presidiario, recaudador de abastos... La de Miguel de Cervantes Saavedra es una historia vital intensa, viajera, aventurera y, en algunos momentos, misteriosa y enigmática.

Supuesto retrato de Miguel de Cervantes. Atribuido a Juan de Jáuregui.

Nació en 1547, quizás un 29 de septiembre, día de San Miguel, y su partida de nacimiento está fechada el 9 de octubre de 1547 en la parroquia de Santa María la Mayor de Alcalá de Henares. Era el cuarto hijo de un cirujano (más bien sangrador o practicante) que recién cumplidos los 21 y viviendo en Madrid publica sus primeros versos dedicados a la muerte de Isabel de Valois, esposa de Felipe II. Poco después se produce el primero de los episodios cruciales en su vida: al parecer el joven poeta se reta en duelo con un maestro de obras al que hiere y como consecuencia se dicta una orden de arresto, se le juzga en rebeldía y se le condena a diez años de destierro y a la amputación de ¡la mano derecha! (¿guiño al destino quizás?). Aunque el suceso está documentado, algunos dudan de que este Miguel de Cervantes sea nuestro protagonista, pero lo cierto es que el episodio es la explicación perfecta para entender la repentina partida a Roma del por entonces aprendiz de poeta. 

En la capital italiana nos lo encontramos como camarero del que poco después sería cardenal Acquaviva. Deja pronto las labores de palacio y se convierte en soldado sirviendo en los tercios. El 7 de octubre de 1571 Cervantes vive en primera línea, según sus propias palabras, «la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros». Desde el esquife La Marquesa es testigo de excepción de la batalla de Lepanto, una de las más descomunales y extraordinarias de la historia de la humanidad, que enfrenta a la Liga Santa (Reino de España, Estados Pontificios, República de Venecia, Orden de Malta, República de Génova y  Ducado de Saboya) contra el Imperio Otomano. Cervantes, quien a pesar de las fiebres y de tener licencia para ponerse a cubierto, decide sumarse a la lucha y es herido de gravedad en el pecho y la mano izquierda, que le quedará inútil de por vida. Ha nacido «el manco de Lepanto».

'La batalla de Lepanto'. Anónimo. National Maritime Musseum. Greenwich, London.

Recuperado de sus heridas se reincorpora a la vida militar, entregándose en Nápoles a amoríos y una vida tabernaria propia de la soldadesca de la época. Con 28 años, de regreso a España, es apresado en aguas del Mediterráneo por corsarios berberiscos. Unas cartas de recomendación de don Juan de Austria y del Duque de Sesso le comprometen al ser tomado por personaje de cierto linaje, por cuya liberación pedirán sus captores un suculento rescate. A pesar de sus insistentes intentos de fuga permanece cautivo en Argel durante cinco años. Serán los frailes trinitarios (en cuya iglesia en Madrid será enterrado) quienes acudan con el rescate que le permite recobrar la libertad en 1580.

Una misteriosa misión en Orán (con algunas encomiendas de espionaje en el morral), vanos intentos por cruzar el Atlántico y progresar en América, una hija con la mujer de un tabernero y una estancia en Lisboa preceden a su boda con Catalina Palacios de Salazar en la localidad toledana de Esquivias.

Casa Museo de Cervantes en Esquivias.

Poco después, en 1587, se traslada a Sevilla donde consigue convertirse en comisario de abastos. Viaja por tierras andaluzas con la no siempre grata tarea de requisar aceite y trigo para nutrir los estómagos y las despensas de la Armada Invencible. Las cuentas mal sumadas, el retraso en los cobros o las envidias y malas jugadas, vaya usted a saber, dan con los huesos de Cervantes en la cárcel, además de ser excomulgado por requisar bienes a la Iglesia.

Tras esa estancia entre rejas, y siguiendo los pasos de la Corte, Cervantes y sus mujeres (esposa, hija, hermanas y sobrinas) se trasladan a Valladolid en los albores del siglo XVII. La vida licenciosa en la casa familiar y una muerte en extrañas circunstancias pone de nuevo frente a la justicia a nuestro protagonista. Llega 1605 y con él la publicación de la primera parte de El Quijote, traducida en poco tiempo al inglés y al francés.

Primera edición del 'Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha'. 1605.

La obra alcanza cierto éxito, a pesar de ser entonces la novela un género menor frente al teatro y la poesía. Un año más tarde vuelve a Madrid, donde se entrega a la pluma: Novelas ejemplares, Viaje al Parnaso, Ocho comedias y ocho entremeses nuevos, nunca representados, Los trabajos de Persiles y Segismunda y, por supuesto, la segunda parte de El Quijote. La novela marca sus últimos años. Muere el 22 de abril de 1616, tras una vida quizás tan aventurera y prodigiosa como la del simpar Caballero de la Triste Figura. «Adiós, gracias; adiós, donaires; adiós, regocijados amigos; que yo me voy muriendo, y deseando veros presto contentos en la otra vida».