La Castilla-La Mancha de Cervantes (2)

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La Castilla-La Mancha de Cervantes (2)

 

Cada una de las localidades en las que detenerse está sembrado el recuerdo de Cervantes y el Quijote. Nos movemos por escenarios en los que se imagina perfectamente la descripción de la batalla contra los gigantes, esencia pura del ideal que encarnan a la vez el personaje y el autor, cuya azarosa vida fue en todo momento una batalla constante contra gigantes aparentemente inamovibles.

Madridejos, uno de los pueblos manchegos por excelencia de la provincia de Toledo, esconde una de esas joyas simbólicas que merece la pena visitar. Se trata del famoso Molino del Tío Genaro, uno de los escasos ejemplares de molino de viento que persiste de la época en que Cervantes escribió El Quijote; conserva intactas su estructura y maquinaria. Su visita es la excusa perfecta para acercarse a la localidad toledana con un rico patrimonio arquitectónico, como la Iglesia Parroquial del Salvador, el Convento de San Francisco –hoy sede de la Casa de la Cultura, la Oficina de Turismo y el Museo del Azafrán- o la Casa Grande o de las Cadenas.

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Madridejos.

Algo más al norte y atravesando la llanura manchega nos plantamos en Tembleque, donde destaca el caserío de blanco encalado y su Plaza Mayor, una de las más bellas y originales de España, ejemplo icónico del barroco más popular del XVII. En sus alrededores no podía faltar, como vigías en lo alto de los cerros, los molinos de viento.

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Plaza Mayor de Tembleque.

Consuegra es uno de esos referentes del tipismo manchego. La localidad se extiende a los pies del Cerro Calderico, donde Sancho, Rucio, Bolero y Espartero forman parte de la docena de molinos que junto al Castillo de la Muela ofrecen una de las estampas más espectaculares de La Mancha. La Plaza de España es el centro neurálgico desde el que callejear para contemplar la fachada del Ayuntamiento, la Torre del Reloj, el Palacio de San Gumersindo, el edificio de Los Corredores o la rica arquitectura religiosa de sus iglesias, ermitas y conventos. 

Campo de Criptana, de blanco y añil, presenta uno de los balcones abiertos a la llanura manchega más espectaculares. Subir al Cerro de la Paz, visitar el conjunto de molinos o perderse por su Albaicín se convierte en una experiencia quijotesca difícil de olvidar.

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Molinos de Campo de Criptana.

Alcázar de San Juan es una de esas sorpresas que al viajero le resulta difícil olvidar. Con constantes recuerdos a la figura cervantina, presenta un cuidado callejero con fachadas en las que se mezcla la blanca cal con la piedra enrojecida, y en el que destacan la Iglesia de Santa María la Mayor, la Posada de Santo Domingo (hoy Museo Municipal), el Palacio del Gran Prior o el antiguo Convento de Santa Clara.  

Mota del Cuervo se ha ganado, con merecido prestigio, el apodo del Balcón de la Mancha. Su conjunto de molinos, gigantes testigos de las aventuras quijotescas, es una experiencia singular. Pero es que, además, su núcleo urbano, cruce de caminos en la llanura manchega, es una sucesión de singulares edificios civiles y religiosos; a su paso el viajero se topará, entre otros, con el Hospital de los Pobres, la Plaza del Mercado, la Tercia, el Ayuntamiento, la Casa de los condes de Campillo, el Convento de los Trinitarios, la Iglesia de San Miguel o la ermita de Nuestra Señora del Valle o de Manjavacas.

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Molinos y caserío de Mota del Cuervo.

En Argamasilla de Alba se produce, según la tradición popular, uno de los momentos claves en la vida de Miguel de Cervantes. Se cuenta que estando preso en la Casa de Medrano de esta coqueta localidad ciudadrealeña, el autor comenzó a escribir El Quijote. Este singular pueblo manchego ofrece la que pudo ser la celda en la que, sentado ante una sencilla mesa de madera, con buena pluma, papel y la tenue luz de un candil, inició su relato: “En un lugar de la Mancha,...”. No debe el viajero dejar Argamasilla sin visitar la casa del Bachiller Sansón Carrasco, quien junto al cura y al barbero pusieron todo su empeño en devolver la cordura a don Alonso Quijano.

Cerca de esta localidad se levanta el castillo y el santuario de Peñarroya, desde donde el viajero puede acercarse al Parque Natural de las Lagunas de Ruidera, una de las joyas medioambientales y turísticas de Castilla-La Mancha, y a la quijotesca y misteriosa Cueva de Montesinos.

Continuará...

28/07/2016
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