¿Quién no se ha sentido fascinado por el fluir del mercurio en la palma de la mano? Este metal líquido, del que toma el nombre el mensajero de los dioses en el mundo romano, es la razón de ser de Almadén. De esta localidad ciudadrealeña, situada en el precioso y poco conocido valle de Alcudia, procedía un tercio del mercurio empleado en el planeta desde la época romana.

Producto de lujo

Fueron precisamente los romanos quienes comenzaron a explotar intensivamente estas minas de Almadén, las más antiguas del mundo. El cinabrio o bermellón que contenía el mercurio se almacenaba en bruto en recipientes precintados que viajaban hasta las factorías del Foro Romano donde era transformado en un producto de lujo. Las damas de la “alta sociedad” romana lo utilizaban en la capital del Imperio como producto de tocador, servía como tinte en la decoración de los murales de muchas villas y con él se untaban en las fiestas el rostro de la estatua de Júpiter y el cuerpo de los vencedores circenses.

Pozos, galerías, hornos y demás infraestructuras mineras fueron creciendo a medida que el mercurio aumentaba sus aplicaciones. Una de ellas fue su utilización para amalgamar la plata extraída de los territorios americanos a partir del siglo XVI. Es precisamente en ese momento cuando la falta de mano de obra comienza a suplirse con presos condenados a trabajos forzados, esclavos comprados por los administradores o enviados allí por sus dueños para su “corrección” y gitanos que eran acusados de ladrones sin haber cometido delito alguno. Eran los llamados galeotes, cuyas penosas condiciones de trabajo e internamiento acababan, en muchas ocasiones, con sus vidas antes de la pena.

La actividad se mantuvo con una provechosa productividad para la administración del Estado como para las empresas encargadas de la explotación al multiplicarse los usos del mercurio, hasta su cierre definitivo en el año 2003 por la baja demanda del mineral.  

Almadén es el resultado de esta intensa actividad que durante más de 2.000 años ha marcado y teñido de bermellón la vida del municipio en todos sus aspectos.

Patrimonio de la Humanidad

Hoy, por fortuna, podemos conocer toda la fascinante historia de estas minas, la del mercurio -la plata viva de los romanos-, la de sus trabajadores y beneficiados, la historia de todo un pueblo, gracias al Parque Minero de Almadén, cuyas instalaciones son el corazón de los bienes españoles inscritos en la lista de Patrimonio de la Humanidad con el nombre de Patrimonio del Mercurio. Almadén e Idrija.

El Parque ofrece un viaje en el tiempo al “centro de  la tierra”. La visita nos descubre, de una forma ágil, didáctica y muy entretenida, todos los misterios de la extracción del mineral, su transformación en los hornos metalúrgicos, sus propiedades físicas y químicas, sus usos y, como no, su eterna historia.

El visitante recorre, en un ameno paseo, las instalaciones mineras de superficie en el Centro de Visitantes, y prosigue por los antiguos talleres y los castilletes de los pozos de San Aquilino y San Teodoro. También se visita el Centro de Interpretación de la Minería, donde se dan los conocimientos indispensables previos sobre la evolución histórica de las labores mineras.

El plato fuerte llega con el recorrido por las galerías subterráneas. Con el preceptivo casco y lámparas individuales estamos listos para la aventura. Penetramos en el interior tal y como lo hicieran hace 2.000 años sus primeros mineros, como los galeotes del siglo XVI, como los últimos trabajadores en los albores del segundo milenio. Descendemos con emoción contenida en una jaula de mina por el pozo de San Teodoro hasta la 1ª planta. Son 50 metros de profundidad que nos conducen a las galerías explotadas en los siglos XVI y XVII.

La "capilla sixtina" de la minería

Si la bajada en la jaula impresiona, la entrada en el baritel de San Andrés sobrecoge. Estamos ante la “capilla sixtina” del patrimonio minero. Se trata de una instalación de principios del siglo XVIII que tenía como objetivo extraer el mineral a través del pozo del mismo nombre. Vemos también la galería de forzados por la que se conducía a los presos a trabajar a la mina desde la Real Cárcel de Forzados. Un tren minero de vagonetas nos devuelve a los cielos azules de la superficie para, ya a pie, visitar los hornos de Alúdeles siglo XVII, la Puerta de Carlos IV, la puerta de carros con su calzada y su horno de tejeras, y pasar posteriormente al Museo del Mercurio donde se encuentran salas dedicadas a la geología y paleontología de la zona, experimentos interactivos de la física y química del mercurio, la historia de la metalurgia de este metal y el transporte hasta América. La visita finaliza en minibuses eléctricos que nos devuelven al Centro de Visitantes.

Esta es una de esas visitas que no deja indiferente. Almadén ofrece además un amplio abanico de posibilidades para el viajero con un bello entorno paisajístico, un rico patrimonio, fruto de la opulencia de la explotación minera, una rica gastronomía y una variada oferta hotelera.