El llamado Tesoro de Guarrazar está formado por un conjunto de varias coronas destinadas a ser colgadas del techo y cruces que fueron ofrecidas por los reyes Suintila y Recesvinto a la iglesia de Toledo. Son de oro repujado, con piedras preciosas y cristal de roca sin tallar; con perlas, cadenas y letras colgantes que constituyen los epígrafes, una de ellas tiene veintitrés letras que forman la frase RECCESVINTHUS-REX-OFFERET.
Las incrustaciones de pedrería y otros detalles, como la Cruz Colgante de la Corona de Recesvinto, sugieren la influencia bizantina, pero también la decoración del cuerpo central y de las letras a base de celdillas rellenas de pasta vítrea (técnica de cloissoné) la acercan a las tradiciones germánicas, ofreciendo así una síntesis artística que es reflejo del espíritu ecléctico de los visigodos. También son característicos una serie de pequeños jarros de bronce encontrados en tumbas y que seguramente debieron simbolizar el acto del bautismo del enterrado.
Es una de las más bellas muestras de toda la orfebrería visigoda, y quizá una de las manifestaciones más refinadas de todo el arte bárbaro europeo del siglo VII. Contaba en origen con doce coronas votivas y cruces diversas, pero con el tiempo y los traslados ha sufrido lamentables depredaciones; aún así, sigue formando hoy un conjunto excepcional.
Todo son diversas donaciones reales, ofrendas y coronas votivas. De todas las piezas, la de Recesvinto es la más conocida, constituyendo un exvoto excepcional. Fechada en el 662 toda ella es de oro compuesta por dos piezas semicirculares unidas, con incrustaciones de piedras preciosas.
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